martes, 14 de febrero de 2012

¡Me meo tóa!

¡Albricias!.

¡Loores  a la Reforma Laboral, cornucopia de los deseos, cumplimiento de los oráculos !

Por fin hemos dejado atrás, de una vez por todas, el paternalismo franquista. ¡Puf!, qué alivio.
Ya hemos dejado atrás el ostracismo de épocas pretéritas, de oscuros recuerdos y consecuencias traumáticas.

¿Yo defender otras épocas?. Por favor, lejos de mi intención.

Veo que la fundamentación de la actual reforma es impecable: " ... requieren una reforma de envergadura, que, pese a los cambios normativos experimentados en los últimos años, continúa siendo reclamada por todas las instituciones económicas mundiales y europeas que han analizado nuestra situación, por los mercados internacionales que contemplan la situación de nuestro mercado de trabajo con enorme desasosiego ...".

Y ahora me toca ... : " Por ser esencialmente personal y humano, el trabajo no puede reducirse a un concepto material de mercancía, ni ser objeto de transacción incompatible con la dignidad personal de quien lo preste."

Esto lo decía el Fuero de los Trabajadores, Título I, punto 2.

Este último dejo que lo lean reposadamente : "El Estado se compromete a ejercer una acción constante y eficaz en defensa del trabajador, su vida y su trabajo. Limitará convenientemente la duración de la jornada para que no sea excesiva, y otorgará al trabajo toda suerte de garantías de orden defensivo y humanitario. "

¿Cuál es?, ¿dónde está?. Les digo donde no deben preguntar: en Moncloa.

P.D.: Me meo tóa.

1 comentario:

  1. Decía ayer César Vidal que los que criticaban la reforma laboral, defendían la política de la Falange de los años cuarenta. Ridiculizaba al ministro de entonces Girón de Velasco por haber subido los sueldos de los trabajadores. Continuó diciendo que eso era malo y que quienes dijesen lo contrario era porque no sabían nada de economía. Antes de apagar la radio le oí que hablaba de un "tontolaba que criticaba la reforma laboral citando a Chesterton", en referencia al artículo de Juan Manuel de Prada. Un gilipollas sideral.

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